Chicago (EE.UU.), 23 ago.- La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, afirmó este jueves que el país puede lograr la regularización de más de once millones de migrantes indocumentados mientras mantiene la seguridad en la frontera con México.
Durante su discurso en la convención demócrata celebrada en Chicago, Harris subrayó la importancia de honrar la herencia migrante de la nación a través de una reforma del sistema de inmigración, al que describió como “roto.” “Creo que podemos hacerle justicia a nuestra herencia como nación de migrantes y reformar nuestro sistema de migración roto,” destacó la vicepresidenta.
Harris también prometió reactivar un polémico pacto migratorio alcanzado en su momento de manera bipartidista, que incluía las mayores restricciones al sistema de asilo en años recientes. “Me rehúso a participar en juegos políticos con nuestra seguridad y aquí tienen mi compromiso: como presidenta, traeré de vuelta el proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza,” aseguró ante un público que la recibió con entusiasmo.
Este acuerdo, que en su momento fue criticado por grupos de derechos humanos y no logró suficiente apoyo para ser votado, no contemplaba una vía de legalización para los migrantes ya presentes en EE.UU. o para aquellos que buscan emigrar al país. Harris mencionó que el pacto había contado con el respaldo del sindicato de la Patrulla Fronteriza, aunque evitó detallar cómo se ofrecerá un camino hacia la ciudadanía para quienes viven en el país sin estatus legal.
La breve mención de Harris al tema migratorio contrasta con la campaña de 2020 del presidente Joe Biden, que se centró en sus diferencias con el expresidente Donald Trump y en la promesa de “restaurar” el sistema de asilo. Sin embargo, tras el fracaso del proyecto bipartidista que Harris se comprometió a revivir, Biden implementó una serie de restricciones similares a través de órdenes ejecutivas, dificultando que la mayoría de las personas que cruzan la frontera de manera irregular puedan solicitar asilo.
La creciente presión por la retórica anti-inmigrante del Partido Republicano, junto con la posibilidad de una reñida carrera electoral en noviembre, ha llevado al gobierno demócrata a endurecer su postura sobre migración y a tomar medidas para frenar la llegada de personas a través de la frontera sur. Estas políticas, sumadas a una estrecha colaboración con México para detener a los migrantes, han resultado en una reducción significativa en los cruces irregulares, alcanzando su nivel más bajo en cuatro años.
Este año, cientos de miles de personas han llegado a la frontera sur de EE.UU., buscando mejores oportunidades y huyendo de crisis sociales y políticas en países como Venezuela, Nicaragua y Haití. La región en su conjunto está viendo un aumento en el desplazamiento de personas, con más de 21 millones de desplazados actualmente, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).