Jerusalén, 19 de junio.- En un recrudecimiento de la violencia en la región, las fuerzas israelíes realizaron un ataque aéreo sobre el campamento de refugiados de Al Mawasi en la Franja de Gaza, un lugar que había sido previamente calificado como “zona segura” por las mismas fuerzas militares. El bombardeo, que ocurrió el pasado miércoles, causó la muerte de siete individuos, según reportes de la agencia de noticias palestina Wafa. Informes indican que el ejército israelí está ejerciendo presión sobre el sector norte de Al Mawasi, mientras progresa en su incursión por el distrito occidental de Tal al Sultan en Rafah, sitiando completamente esta área sureña limítrofe con Egipto.
Organizaciones internacionales de derechos humanos han expresado su desaprobación por la elección de Al Mawasi como refugio, dado el alto grado de hacinamiento y la falta de infraestructuras esenciales. A pesar de estas condiciones, una multitud de refugiados, provenientes de los ataques en Rafah, se han desplazado hacia este enclave. De los aproximadamente 1.4 millones de personas que se refugiaron inicialmente en Rafah, solo unas 65,000 continúan en el lugar, mientras que muchas otras se han redistribuido en zonas como Jan Yunis y Deir al Balah.
La situación en Gaza sigue siendo extremadamente grave, con cerca de 1.7 millones de desplazados y severos daños a la infraestructura esencial. “Un 67 % de las instalaciones de agua y saneamiento han sufrido daños o destrucción en los últimos ocho meses”, comunicó la UNRWA, que también ha advertido sobre los riesgos de brotes de enfermedades infecciosas y problemas de deshidratación debido a las precarias condiciones sanitarias y al incremento de las temperaturas.
Por otro lado, la Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha emitido un reporte acusando a Israel de múltiples violaciones de las leyes internacionales de conflicto, sugiriendo que tales acciones podrían constituir crímenes contra la humanidad. En el ámbito militar, Daniel Hagari, portavoz del ejército israelí, reconoció en una entrevista que eliminar completamente a Hamás es una meta inalcanzable, proponiendo en cambio la creación de alternativas viables para la organización islamista. Este punto de vista contrasta con la posición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien ha insistido en la necesidad de desmantelar a Hamás para terminar con el conflicto.
Netanyahu también ha hecho un llamado a la unidad frente a los retos que enfrenta Israel, tanto en el frente de Gaza como en las crecientes tensiones con Hizbulá en la frontera norte. Este llamado se produce en un momento de fricción dentro de su coalición de gobierno, ilustrado recientemente cuando se vio forzado a retirar una propuesta legislativa por falta de apoyo, provocando el descontento de algunos aliados clave.
En términos militares, el teniente general Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor, aseguró que Israel posee capacidades defensivas que aún no son completamente conocidas por sus adversarios y que serán utilizadas oportunamente. En respuesta a estas tensiones, el ejército de Israel ha continuado con operativos contra posiciones de Hizbulá en el sur del Líbano, lo que ha llevado a intercambios de fuego cruzado en la región.