DERA BAJWA, Pakistán, 7 junio.— Lo que prometía ser un viaje hacia una vida mejor en Europa terminó convertido en una pesadilla para Amir Ali, un joven paquistaní de 21 años que sobrevivió a una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. Con la promesa de una visa para España, Ali invirtió más de 17.000 dólares y recorrió cuatro países, solo para encontrarse atrapado en un bote de pesca sobrecargado rumbo a las Islas Canarias, en el Atlántico, donde 44 de sus compatriotas murieron.
Ali había partido de Karachi en julio pasado, tras pagar un depósito de más de 2.000 dólares a traficantes de personas que le aseguraron un viaje legal a Europa. Pero la travesía se convirtió rápidamente en una odisea de engaños, sobornos y violencia. Después de pasar por Etiopía, Senegal y Mauritania, terminó confinado en casas de seguridad junto a otros migrantes, sometido a abusos y extorsiones por parte de redes criminales transnacionales que operan en el oeste africano.
“El día de la partida, 64 paquistaníes fueron llevados al puerto con la complicidad de policías y funcionarios mauritanos”, relató Ali. A bordo de un bote diseñado para 40 personas, más de 85 migrantes, entre ellos hombres procedentes también de Bangladesh, Siria y Yemen, se enfrentaron a condiciones inhumanas durante más de diez días de navegación: hambre, golpes, asesinatos y una desesperación que rayó en la locura.
La “ruta canaria”, epicentro de una crisis humanitaria silenciosa
La ruta migratoria del Atlántico desde África Occidental hacia España ha sido catalogada como la más letal del mundo. Solo en 2024, casi 47.000 personas arribaron a las Islas Canarias, según cifras del Ministerio del Interior español. Pero miles más desaparecieron en el mar sin dejar rastro.
Según Caminando Fronteras, una ONG española, cerca de 9.800 personas han muerto o desaparecido en esta ruta solo este año. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en cambio, reportó apenas 1.142 víctimas, una cifra que reconoce como muy por debajo de la realidad.

Año | Personas que llegaron a Canarias | Muertes/desapariciones estimadas |
---|---|---|
2023 | 40.000 | ~7.000 (según ONGs) |
2024 | 47.000 | ~9.800 (Caminando Fronteras) |
El fenómeno ha dejado de ser exclusivo de africanos. Las redes de trata de personas están ahora atrayendo migrantes del sur de Asia y Medio Oriente, como Paquistán, Bangladesh o Siria, valiéndose de redes sociales como TikTok para mostrar una imagen edulcorada de la vida en Europa. Algunos migrantes publican sus experiencias, sin mostrar el lado más oscuro del trayecto.
Un sistema criminal globalizado
La tragedia del bote de Amir Ali no es un hecho aislado. Detrás hay una compleja red internacional de tráfico humano, con operaciones en África, Asia y Europa. Los traficantes recaudan miles de dólares por persona, controlan rutas aéreas y marítimas, y mantienen contactos con autoridades corruptas que facilitan el paso por fronteras y puertos.
“La tripulación nos atacó con martillos y mató a 15 en una noche”, aseguró Ali. La violencia se desató a bordo cuando el bote comenzó a hundirse. Muchos murieron por golpes, hambre o sed; otros por crisis cardíacas. Solo 12 cuerpos fueron repatriados a Pakistán. El resto se perdió en el mar.
Reacción tardía y limitada
La historia conmocionó a la opinión pública internacional, y llevó al presidente paquistaní Asif Ali Zardari a prometer medidas contra los traficantes. La Agencia Federal de Investigación de Pakistán ha detenido a varios sospechosos, pero en su mayoría se trata de operadores de bajo nivel.
“La persecución de estos criminales es insuficiente mientras las casas de los ‘triunfadores’ sigan inspirando sueños”, dijo Ali, de vuelta a su aldea de Dera Bajwa, donde observa cómo se construyen mansiones con dinero proveniente del extranjero.
La tragedia en el Atlántico evidencia una dolorosa realidad: mientras no haya alternativas reales para los jóvenes en países como Pakistán, las rutas de la muerte seguirán siendo transitadas por miles dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro mejor.