La Paz, 30 nov.- La prolongada disputa entre el ex presidente Evo Morales y el mandatario Luis Arce alcanzó un punto crítico en Bolivia. Morales perdió el liderazgo del Movimiento Al Socialismo (MAS), fue inhabilitado como candidato para las elecciones de 2025 y enfrenta una docena de denuncias penales que podrían derivar en su captura.
Desde finales de septiembre, tras una marcha de siete días encabezada por sus seguidores en protesta contra el Gobierno, Morales se ha replegado al Trópico de Cochabamba, su bastión político y sindical. Allí permanece rodeado de sus bases, alegando falta de garantías para desplazarse.
El ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, afirmó recientemente que Morales no abandona esta región porque “no es bien visto” en otras partes del país y calificó su permanencia como una “detención domiciliaria voluntaria”. “Lo mejor que ha hecho Evo Morales es quedarse en su casa”, señaló el ministro.
Denuncias y aislamiento político
Morales debía presentarse el 10 de octubre ante una comisión de fiscales en Tarija para declarar sobre una de las acusaciones en su contra, pero no compareció. Según su abogado, no había condiciones de seguridad para garantizar su presencia.
En noviembre, las detenciones de dos dirigentes campesinos cercanos a Morales, Ramiro Cucho y Humberto Claros, incrementaron las tensiones. Morales denunció estas acciones como “ilegales y arbitrarias”, acusando al Gobierno de usar la justicia como herramienta de represión política. Además, sostuvo que más de 30 líderes sociales vinculados al “evismo” son objeto de persecución judicial.
En su cuenta de X (antes Twitter), Morales criticó la administración de Luis Arce, acusándola de manipular la justicia para “disciplinar a la sociedad” y distraer la atención de problemas estructurales como la crisis económica, la escasez de dólares, el desabastecimiento de combustibles y el alza sostenida de precios.
Impacto político y futuro incierto
Analistas como Carlos Saavedra consideran que la inhabilitación de Morales y su pérdida del control institucional del MAS representan una “derrota” significativa. Aunque conserva una base electoral sólida estimada entre el 15% y el 20% del electorado, su figura genera un alto nivel de rechazo, lo que debilita su capacidad de atraer apoyos más amplios.
El liderazgo del MAS ha pasado ahora a manos de sectores más cercanos a Arce, que buscan distanciarse de la confrontación con Morales y consolidar la unidad del partido de cara a las elecciones de 2025.
Mientras tanto, el ex presidente enfrenta un panorama cada vez más incierto, atrapado entre sus seguidores en el Trópico y las acusaciones judiciales que amenazan con truncar cualquier intento de regreso político.