Washington, 20 julio.- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está mostrando una notable mejoría en su batalla contra la COVID-19, según el último informe médico emitido por su doctor, Kevin O’Connor. A pesar de los persistentes síntomas, como una tos suelta y ronquera, Biden, de 81 años, se está recuperando satisfactoriamente y sigue desempeñando sus funciones presidenciales desde su residencia en Delaware.
O’Connor detalló en una carta dirigida a la Casa Blanca que la variante del virus que afecta al mandatario es la KP.2.3, responsable de aproximadamente un tercio de las nuevas infecciones en el país, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Esta variante ha sido una preocupación creciente, pero el presidente ha respondido bien al tratamiento.
Biden completó su sexta dosis de Paxlovid este sábado por la mañana. Los controles médicos muestran que su pulso, presión arterial, frecuencia respiratoria y temperatura están en niveles normales. Su saturación de oxígeno es excelente y sus pulmones permanecen limpios, lo que indica una buena respuesta al tratamiento antiviral.
A pesar de estar en aislamiento, Biden ha mantenido su agenda presidencial, demostrando que su condición no ha mermado su capacidad para gobernar. Sin embargo, la fecha de alta médica aún es incierta, aunque su equipo de campaña anticipa que podría ser la próxima semana, lo que permitiría al presidente retomar sus actividades de campaña.
El portavoz de la campaña de Biden, Michael Tyler, expresó optimismo en una reciente llamada con los medios, afirmando que el presidente volverá a la campaña tan pronto como reciba la aprobación médica. “Tan pronto como tengamos luz verde, volveremos a estar en la campaña”, declaró Tyler, mostrando confianza en la pronta recuperación del mandatario.
A pesar de las buenas noticias sobre su salud, Biden enfrenta un creciente número de críticas y presiones dentro de su propio partido. Un grupo significativo de demócratas del Congreso ha expresado públicamente su deseo de que Biden se retire de la carrera electoral de noviembre, cuestionando su idoneidad para un segundo mandato. Al menos treinta legisladores han solicitado que el presidente dé un paso atrás, argumentando que es el momento de buscar un liderazgo renovado.
Esta situación plantea un desafío político significativo para Biden, quien deberá equilibrar su recuperación médica con la necesidad de consolidar su posición dentro del Partido Demócrata y enfrentar las críticas de aquellos que cuestionan su capacidad para seguir liderando el país.