Kingston, Jamaica, 28 de octubre de 2025.– El huracán Melissa, una devastadora tormenta de categoría 5, tocó tierra este martes en el suroeste de Jamaica con vientos sostenidos de 295 km/h (185 mph), convirtiéndose en uno de los ciclones más poderosos en la historia del Atlántico. Las autoridades y la población se preparaban para vientos catastróficos, inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, mientras el país quedaba prácticamente paralizado.

Las calles de Kingston lucían desiertas, salvo por algunos transeúntes que buscaban refugio entre ramas arrancadas por el viento. El vicepresidente del Consejo de Gestión de Riesgos de Desastres, Desmond McKenzie, instó a los jamaiquinos a permanecer en interiores: “Este no es el momento de ser valientes”, advirtió.

El primer ministro Andrew Holness reconoció la magnitud del desafío: “No hay infraestructura en la región que pueda soportar una categoría 5. La verdadera pregunta será la velocidad de recuperación”.

Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos, Melissa —conocida también por su presión récord— es el quinto huracán más intenso del Atlántico y el más poderoso en tocar tierra desde Dorian en 2019. El especialista Michael Lowry lo describió como “un escenario catastrófico para Jamaica”.

El director del NHC, Michael Brennan, advirtió que se espera “daño estructural total” en algunas zonas, especialmente en las montañas más altas donde las ráfagas podrían alcanzar hasta 322 km/h (200 mph).

Jamaica bajo emergencia total

Antes de la llegada del ojo del huracán, ya se reportaban deslizamientos de tierra, árboles caídos y cortes de energía en varias regiones. Más de 240.000 hogares quedaron sin electricidad, y una cuarta parte de las telecomunicaciones estaban fuera de servicio, según informó el ministro de Transporte y Energía, Darryl Vaz.

El huracán tocó tierra cerca de New Hope y avanzaba hacia el norte-noreste a 15 km/h (9 mph), con su vórtice a solo 40 kilómetros de Negril. Las autoridades temen una marejada ciclónica de hasta 4 metros en la costa sur, lo que podría afectar hospitales y comunidades costeras.

El ministro de Salud, Christopher Tufton, confirmó que pacientes fueron trasladados a pisos superiores para evitar inundaciones: “Esperamos que eso sea suficiente para cualquier marejada que ocurra”.

Tragedias humanas y llamados de emergencia

La tormenta ya ha causado al menos siete muertes en el Caribe: tres en Jamaica, tres en Haití y una en República Dominicana, mientras una persona sigue desaparecida.

En una llamada dramática a una radio local, un hombre pidió ayuda para una mujer en trabajo de parto en el oeste del país. Un obstetra se unió al programa en vivo y dio instrucciones sobre cómo asistir un parto de emergencia.

El asesor de Mercy Corps, Colin Bogle, describió la angustia de las familias: “Muchos nunca han vivido algo así, y la incertidumbre es aterradora. Hay un miedo profundo a perder hogares y medios de vida”.

McKenzie aseguró que el gobierno tiene botes y helicópteros listos para los rescates, mientras la Cruz Roja Internacional estimó que 1,5 millones de personas podrían verse afectadas directamente.

Las agencias de la ONU y ONG internacionales ya tienen alimentos, medicinas y suministros esenciales listos para distribuir apenas pase la tormenta. El ministro de Medio Ambiente, Matthew Samuda, instó a la población a racionar el agua potable: “Cada gota contará”.

Melissa avanza hacia Cuba

Después de cruzar Jamaica, Melissa se dirige hacia el este de Cuba, donde se esperan lluvias de hasta 51 centímetros (20 pulgadas) y marejadas ciclónicas significativas. Más de 200.000 personas fueron evacuadas en la provincia oriental de Holguín, y otras tantas en la ciudad de Banes.

Imágenes de la televisión estatal mostraron autobuses llenos de familias, ancianos y niños trasladándose a refugios. El viceprimer ministro Eduardo Martínez advirtió desde Banes que se trata de “un fenómeno sin precedentes y extremadamente peligroso”.

Mientras tanto, el huracán continúa afectando a Haití y República Dominicana, y se espera que alcance el sureste de las Bahamas la noche del miércoles, dejando tras de sí una estela de destrucción sin precedentes en el Caribe.

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