París, 7 OCT 2025 — Francia se encuentra en medio de una profunda crisis política, marcada por el aislamiento del presidente Emmanuel Macron y la creciente división de los partidos tradicionales de izquierda y derecha moderada, mientras la extrema derecha, encabezada por Marine Le Pen, se consolida como el bloque más cohesionado del país.

Macron, quien ha sido duramente cuestionado tanto por la oposición como por algunos de sus colaboradores más cercanos, enfrenta un aislamiento político sin precedentes. Entre las críticas internas destaca la de Edouard Philippe, su primer jefe de Gobierno, y Gabriel Attal, presidente de su partido y ex primer ministro, quienes han puesto en duda su gestión y han sugerido medidas inéditas para salir del estancamiento político. Philippe propuso la dimisión diferida de Macron, acompañada del nombramiento de un primer ministro de transición para garantizar la aprobación de los presupuestos de 2026 y preparar las elecciones presidenciales adelantadas, previstas inicialmente para 2027. Attal, por su parte, expresó públicamente que no comprende las decisiones de Macron y reflejó un sentimiento compartido por gran parte de la ciudadanía.

En el ámbito de la izquierda, la coalición del Nuevo Frente Popular, formada por La Francia Insumisa (LFI), socialistas, ecologistas y comunistas, ha mostrado fisuras importantes. Tras la dimisión de Sébastien Lecornu como primer ministro, los 72 diputados de LFI, 66 socialistas, 38 ecologistas y 17 comunistas han mostrado distancias crecientes. Los socialistas ya rompieron la disciplina de voto en los presupuestos de 2025, mientras LFI busca mantener la unidad del frente común. Los ecologistas intentan mediar, exigiendo un primer ministro de izquierda, pero el consenso sigue siendo esquivo debido a la rigidez de Mélenchon.

La derecha moderada, representada por Los Republicanos, también enfrenta conflictos internos. La facción conservadora, liderada por Bruno Retailleau, se enfrenta a la más liberal, encabezada por Laurent Wauquiez, generando constantes roces que debilitan la cohesión del partido. Retailleau, actualmente ministro del Interior en funciones, prefiere mantener la alianza con los macronistas, mientras Wauquiez presiona por una ruptura estratégica. La tensión interna amenaza con fracturar aún más la capacidad de acción del partido en momentos críticos.

En contraste, la extrema derecha se mantiene unida y fuerte. Marine Le Pen lidera un bloque monolítico respaldado por encuestas favorables y por la consolidación de su popularidad, lo que ha silenciado a voces disidentes como Éric Zemmour, quien en 2022 amenazó su liderazgo con un 7 % de los votos en primera vuelta. Sin embargo, la ultraderecha enfrenta incertidumbre judicial debido a la inhabilitación cautelar de Le Pen por financiación ilícita de su partido con fondos del Parlamento Europeo. Su juicio en apelación, programado para verano de 2026, podría redefinir el panorama político.

La combinación de un presidente aislado, divisiones internas en los partidos tradicionales y la fortaleza de la ultraderecha crea un escenario de incertidumbre política sin precedentes en Francia. La capacidad del país para aprobar presupuestos, implementar reformas y mantener la estabilidad institucional depende ahora de negociaciones complejas y decisiones estratégicas, mientras la ciudadanía observa con creciente preocupación el desarrollo de los acontecimientos.

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