EDMONTON, 2 OCT.- La controversia en torno al primer ministro de Alberta, Jason Kenney, se ha intensificado tras revelarse que su redactor de discursos, Paul Bunner, expresó durante años opiniones consideradas racistas, xenófobas, homofóbicas y transfóbicas. La socióloga Barbara Perry, directora del Centro sobre Odio, Sesgo y Extremismo de la Universidad Tecnológica de Ontario, advirtió que la falta de una condena enérgica por parte de Kenney legitima este tipo de discursos y los acerca al manual ideológico de la extrema derecha etnonacionalista.

Perry sostuvo que el hecho de que Kenney solo declarara “no estar de acuerdo” con Bunner es insuficiente:

“El primer paso debe ser denunciar abiertamente esas opiniones, y el siguiente debería ser despedirlo”, afirmó.

Los artículos que desataron la polémica

La controversia estalló cuando CBC News reveló un artículo publicado por Bunner en 2013, titulado El ‘genocidio’ que fracasó, en el que negaba la existencia de genocidio en el sistema de escuelas residenciales de Canadá y criticaba a la educación pública por “regurgitar” esa versión como un hecho histórico.

En otros escritos de la desaparecida revista Alberta Report (2000-2003), Bunner defendía la colonización, cuestionaba el multiculturalismo y vinculaba a minorías étnicas con la criminalidad. En un artículo titulado El planeta que necesita colonialismo, argumentaba que las políticas migratorias y multiculturales eran una forma de “subyugar la homogeneidad cultural”.

En The Cracked Mosaic (2003), llegó a describir a estudiantes negros e inmigrantes con estereotipos denigrantes, afirmando que “las minorías étnicas están desproporcionadamente involucradas en crímenes violentos”.

Posturas homofóbicas y transfóbicas

Además del racismo, Bunner escribió artículos que cuestionaban el matrimonio igualitario y llegaron a sugerir la necesidad de un censo para contar cuántos homosexuales había en Canadá, poniendo en duda que fueran suficientes para “merecer” los derechos reclamados. Incluso relativizó el brutal asesinato homofóbico de Matthew Shepard en 1998, citando a activistas antigay que insinuaban falsamente que la víctima buscaba sexo violento.

Para Perry, estas posturas son “extremas incluso para los estándares de hace 20 años” y reflejan una ideología cercana a la alt-right y a los discursos de supremacía blanca en Occidente.

Críticas políticas y presión social

La líder del NDP en Alberta, Rachel Notley, junto con líderes indígenas y organizaciones sociales, exigieron la renuncia inmediata de Bunner, calificando sus escritos de “profundamente racistas y dañinos para la reconciliación”.

Kenney, sin embargo, se limitó a decir que estaba “fundamentalmente en desacuerdo” con los artículos, pero no se comprometió a despedirlo:

“Alguien que fue periodista por 40 años sin duda escribió cosas con las que no estoy de acuerdo. Eso no refleja la política del gobierno de Alberta”, declaró el primer ministro.

Perry rechazó este argumento, advirtiendo que las creencias personales de Bunner inevitablemente influyen en su redacción de discursos oficiales:

“¿En boca de quién pone esas palabras y cómo influye su actitud en la narrativa del gobierno?”

Un patrón de vínculos con la extrema derecha

Este no es el primer episodio que vincula a Kenney con figuras polémicas. En 2016, expresó públicamente en Twitter que la activista ultraderechista Faith Goldy “siempre sería bienvenida en Alberta”, comentario que nunca retractó.

Para los críticos, mantener a Bunner en su cargo envía un mensaje alarmante sobre la tolerancia a ideas contrarias a los valores canadienses de diversidad, inclusión y respeto a los derechos humanos.

La presión política y social aumenta, y el futuro del redactor se ha convertido en un nuevo campo de batalla entre el gobierno de Kenney y la oposición, en un momento en que la reconciliación con los pueblos indígenas y la lucha contra el racismo son temas centrales en Canadá.

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