Buñol, España, 27 ago.- Miles de personas de todo el mundo se reunieron este miércoles en la localidad valenciana de Buñol para participar en la emblemática “Tomatina”, la legendaria batalla de tomates que este año celebró su 80º aniversario. Durante aproximadamente una hora, unos 20.000 participantes se lanzaron más de 120 toneladas de tomates demasiado maduros, tiñendo de rojo intenso las calles del centro de la ciudad y creando un espectáculo visual único.

Los asistentes, muchos vestidos con camisetas blancas que rápidamente quedaron cubiertas de pulpa rosa, no escatimaron esfuerzo entre gritos y risas, aplastando y lanzando los tomates mientras la música electrónica marcaba el ritmo de la fiesta. Los organizadores, identificables por sus camisetas verdes, abrían paso a los camiones cargados con tomates para garantizar un flujo constante de “munición” durante la batalla. Cada prenda de ropa y casi cada centímetro de piel y cabello terminó cubierto de pulpa, mientras algunos participantes utilizaban gafas protectoras y tapones para los oídos para protegerse.

Este año, la “Tomatina” adoptó el lema “Tomaterapia”, en alusión a las devastadoras inundaciones que afectaron el este de España desde octubre de 2024, que también impactaron directamente en Buñol, una localidad de unos 10.000 habitantes. La elección del lema buscó simbolizar la resiliencia y la capacidad de la comunidad de encontrar alegría incluso tras situaciones adversas.

El origen del evento se remonta a 1945, cuando, según la leyenda local, los niños de Buñol comenzaron a lanzarse tomates en medio de una fiesta. Con el tiempo, la celebración creció hasta convertirse en un evento internacional que atrae a turistas de todos los continentes y solo ha sido cancelado en dos ocasiones debido a la pandemia de COVID-19. Este año, además de la tradicional batalla, un partido político de izquierda apoyó una iniciativa de los residentes locales para ondear banderas palestinas y mostrar un cartel en protesta por la campaña militar de Israel en Gaza, combinando tradición con activismo social.

La organización establece una regla clave: aplastar los tomates antes de lanzarlos para reducir el riesgo de lesiones. Los tomates utilizados no son comestibles y provienen de un cultivo específicamente destinado a la “Tomatina”, localizado a más de cinco horas de Buñol, lo que asegura que no haya desperdicio de alimentos aptos para el consumo.

El final de la batalla se indica con el disparo de un cañón, tras lo cual los participantes pueden dirigirse a duchas comunitarias para limpiarse, mientras los trabajadores municipales se encargan de recoger y limpiar la pulpa que cubre las calles. La “Tomatina” no solo es un espectáculo de diversión desbordante, sino también un evento cultural y turístico que refuerza la identidad de Buñol y atrae visitantes de todo el mundo, consolidándose como uno de los festivales más singulares y reconocibles de España.

Publicidad