GEORGETOWN, Guyana, 1 Sep.- Guyana vivió este lunes una jornada electoral histórica en la que decenas de votantes acudieron a las urnas desde el amanecer para participar en unos comicios que podrían marcar el rumbo de la nación sudamericana durante las próximas décadas. El país, que hasta hace pocos años dependía de cultivos como el arroz, la caña de azúcar y recursos como la bauxita o la madera, se ha convertido en uno de los epicentros energéticos más prometedores del planeta gracias a la producción de casi 900.000 barriles diarios de petróleo. El ganador de estas elecciones controlará la distribución de unos 10.000 millones de dólares anuales en ingresos por hidrocarburos.
El Banco Mundial ha catalogado a Guyana como la economía de mayor crecimiento del mundo, con incrementos promedio del 15% del PIB anual en los últimos seis años, lo que ha convertido al país en objeto de disputas políticas internas y de creciente atención internacional. ExxonMobil, al frente de un consorcio internacional, ya solicitó la explotación de cuatro nuevos campos petroleros, lo que augura un ingreso aún mayor para las arcas del Estado en los próximos años.
Tres fuerzas políticas en pugna
Aunque seis partidos lograron inscribirse en la contienda, el pulso electoral se centra en tres fuerzas:
- Partido Progresista del Pueblo (PPP), liderado por el presidente Irfaan Ali, de 45 años, y con fuerte respaldo de la comunidad indo-guyanesa. Ali busca un segundo mandato, prometiendo gestión “eficiente y transparente” para consolidar la prosperidad.
- Alianza para la Unidad Nacional (APNU), encabezada por Aubrey Norton, de 68 años, politólogo y referente afro-guyanés, que acusa al gobierno de corrupción, nepotismo y mal manejo de los ingresos petroleros.
- Invertimos en la Nación (WIN), un partido nuevo liderado por el empresario multimillonario Azruddin Mohamed, sancionado por Estados Unidos por presuntos casos de corrupción, que busca capitalizar el voto joven y mestizo con un discurso de renovación.
El petróleo como esperanza y tensión social
El factor petrolero ha polarizado a la sociedad guyanesa. Mientras el gobierno de Ali promete convertir los ingresos en obras de infraestructura, programas sociales y empleo, la oposición denuncia que la riqueza aún no se refleja en la vida de la población.
Evelyn Crawford, una pensionada de 75 años, explicó tras votar por la oposición: “Nuestra pensión de 200 dólares mensuales no es suficiente en un país que nada en dinero del petróleo. Queremos ver que la gente común salga de la pobreza”.
Por su parte, jóvenes como DeLinda Henry, madre indígena de cuatro hijos, optaron por apoyar al recién llegado WIN: “El señor Mohamed ya es multimillonario, no necesita robar. Creo que puede dar un cambio diferente al PPP y la APNU”.
Mohamed y las sombras de Washington
La irrupción de Azruddin Mohamed agitó el escenario político. Pese a sus promesas de renovación, su candidatura genera fricciones con Washington. En 2023, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo sancionó a él, a su padre y a su empresa de exportación de oro por supuesta participación en un esquema de sobornos entre 2019 y 2023.
La embajadora estadounidense Nicole Theriot advirtió que, de llegar al poder, Washington tendría que evitar cualquier contacto con Mohamed en instancias oficiales, lo que podría afectar la cooperación bilateral y frenar la llegada de inversiones extranjeras.
Supervisión internacional y dudas en el padrón
Las elecciones no solo están siendo seguidas de cerca por los ciudadanos, sino también por observadores internacionales del Centro Carter, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad del Caribe (Caricom).
El Centro Carter expresó preocupación por la falta de transparencia en el padrón electoral, señalando que la no publicación del censo de 2022 limita la confianza ciudadana. Según cifras oficiales, 757.000 votantes están registrados en un país cuya población apenas supera los 794.000 habitantes, lo que genera suspicacias sobre la limpieza del proceso.
Un futuro en juego
Guyana, un país con menos de un millón de habitantes, enfrenta la paradoja de ser una de las naciones más ricas en recursos naturales y, al mismo tiempo, una de las más desiguales de la región. El resultado de estas elecciones no solo determinará qué partido controla los 65 escaños del Parlamento y la presidencia, sino también cómo se administrará la que ya es considerada la mayor bonanza económica de la historia guyanesa.
El desenlace podría redefinir la política interna, la relación con Estados Unidos y el equilibrio económico del Caribe y Sudamérica.