Damasco, 10 dic.- La capital siria vive su tercer día tras la caída de Bachar al Asad en un clima de relativa calma, mientras el líder islamista Ahmed al Charaa (conocido como Abu Mohamed al Jolani), del grupo insurgente Hayat Tahrir al Sham (HTS), toma control del país y promete una nueva etapa.
Las calles de Damasco, anteriormente llenas de barreras y controles de seguridad, ahora muestran una ausencia notable de fuerzas gubernamentales. Los únicos vestigios de autoridad son patrullas esporádicas de milicianos de HTS, que recorren la ciudad a pie o en motocicletas sin mayores despliegues.
Transición entre ruinas
En las principales vías de acceso a la capital, como la carretera que conecta con la frontera libanesa, las antiguas garitas y controles permanecen vacías, muchas de ellas destruidas o incendiadas. Los rastros de la reciente violencia, como vehículos militares calcinados y edificios dañados, destacan en un paisaje todavía desolado.
En el centro de la ciudad, la vida comienza a retomar un ritmo tímido. Cafés y pequeños comercios han reabierto, el transporte público opera nuevamente y se observa a estudiantes caminando por las inmediaciones de la Universidad de Damasco. Los hoteles, que ahora alojan a numerosos periodistas internacionales, han empezado a restaurar servicios básicos como la alimentación.
Primeros pasos hacia una nueva administración
El lunes, HTS delegó a Mohamed al Bashir, presidente del Gobierno de Salvación de Idlib, la responsabilidad de liderar la transición política en Siria. Esta decisión marca un giro significativo, mientras se espera que bancos y mercados reanuden sus operaciones este martes.
Escenario internacional y militar
En paralelo, la región experimenta tensiones adicionales. Israel confirmó incursiones terrestres en territorio sirio y bombardeos en zonas cercanas a los Altos del Golán ocupados y el puerto de Latakia.
Bachar al Asad, derrocado tras una ofensiva rebelde que en menos de dos semanas tomó las principales ciudades del país, huyó el domingo pasado y solicitó asilo en Rusia.
El futuro de Siria permanece incierto mientras la población enfrenta la reconstrucción en medio de una compleja situación política y humanitaria.
