WASHINGTON, 7 agosto de 2025 — Los planes del expresidente Donald Trump para imponer aranceles del 100% a los chips de computadora que no se fabriquen dentro de Estados Unidos han encendido las alarmas entre empresas de tecnología, inversionistas y socios comerciales. La medida, que busca incentivar la producción nacional, está generando incertidumbre sobre su implementación y alcance real.
“Seguimos esperando una guía oficial”, aseguró Limor Fried, fundadora de Adafruit Industries, una pequeña firma de electrónica con sede en Nueva York. Sus productos dependen de chips que provienen de distribuidores estadounidenses, así como de fabricantes en Filipinas y Taiwán.
Fried advirtió que, si sus componentes no están exentos, los aranceles “aumentarán los costos de nuestros diseños”, ya que los semiconductores son la parte más cara de sus ensamblajes. La empresa suele conocer el impacto real solo al recibir las facturas, lo que la obliga a ajustar precios con poca antelación.
Aunque EE.UU. importa pocos chips de forma directa, la mayoría de los dispositivos electrónicos que contienen semiconductores (como teléfonos o automóviles) llegan ya ensamblados, lo que complica la evaluación de qué será gravado.
Preocupación global por los aranceles
La principal inquietud en el sector es si los nuevos impuestos se aplicarán también a componentes dentro de productos terminados, lo cual implicaría cálculos adicionales y un aumento significativo en los precios finales.
“El dilema es si los chips dentro de un dispositivo requerirán un arancel separado”, explicó Martin Chorzempa, del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Trump aclaró el miércoles que las empresas que se comprometan a fabricar en Estados Unidos estarán exentas del impuesto, incluso si sus plantas aún no están operativas. “Si está construyendo en EE.UU., no hay cargo”, dijo durante una reunión con Tim Cook, CEO de Apple.
Esto fue recibido como una buena señal por Wall Street, beneficiando a gigantes como Intel, Nvidia, Samsung y TSMC, todos con proyectos de expansión en suelo estadounidense.
Impacto en los pequeños productores
El panorama no es tan alentador para las pequeñas empresas de Europa y Asia, muchas de las cuales no tienen márgenes suficientes ni la capacidad de invertir en plantas en EE.UU. Chorzempa advirtió que estos productores “probablemente no sean lo suficientemente grandes como para recibir exenciones” y podrían verse gravemente afectados.
Además, no está claro cómo se integrarán estos aranceles a los acuerdos existentes con socios como la Unión Europea, Japón o Corea del Sur, que ya cuentan con pactos que limitan los gravámenes al 15%.
Durante la pandemia, la escasez de chips elevó el precio de productos como automóviles, contribuyendo a la inflación. Una situación similar podría repetirse. Chorzempa estima que los aranceles podrían encarecer cada automóvil en varios cientos de dólares, dado el alto número de chips usados: desde el sistema de ventanas hasta el de entretenimiento o la gestión energética en los vehículos eléctricos.
¿Un nuevo modelo industrial?
Gran parte de la inversión actual en fábricas de chips en EE.UU. se impulsó con la Ley CHIPS y Ciencia de 2022, firmada por el presidente Joe Biden, que destinó más de 50.000 millones de dólares para incentivar esta industria.
Trump, sin embargo, se opone a estos subsidios y prefiere un enfoque de presión económica directa, apostando a que los costos más altos forzarán a las empresas a trasladar su producción al país.
Pero este enfoque también podría traer consecuencias no deseadas: menos beneficios corporativos, más incertidumbre comercial y un encarecimiento generalizado de productos tecnológicos.








