Madrid, 2 jul.- Con la llegada del calor sofocante, muchos madrileños han dejado de lado las terrazas para refugiarse en los mercados municipales, convertidos en auténticos oasis climáticos donde hacer la compra y disfrutar de la gastronomía sin pasar calor. En total, son 46 los mercados repartidos por la capital que ofrecen experiencias culinarias únicas, aire acondicionado y una ventana a los sabores del mundo.
Entre los más emblemáticos destaca el mercado de La Paz, donde la histórica Casa Dani sirve cada día más de 200 raciones de su famosa tortilla de patata. Su éxito radica en una cocina basada en la honestidad, la calidad y el uso de productos frescos adquiridos en el propio mercado.
En el mercado de Vallehermoso, el puesto Craft 19 del neoyorquino Craig Kolleger ofrece sándwiches de pastrami que evocan el sabor de Nueva York, elaborados casi en su totalidad con ingredientes del mercado local. Una propuesta perfecta para viajar con el paladar sin salir de Chamberí.
También en Chamberí, el mercado del mismo nombre alberga Insurgente, un rincón latinoamericano liderado por Genaro Celia y Agustín Mikielievich, donde se fusionan recetas tradicionales con productos españoles. Ejemplo de ello es su empanada de birria con queso San Simón, que mezcla sabores de México, Galicia y otras culturas.
El mercado de Maravillas, por su parte, destaca como el epicentro de la comida callejera latinoamericana en Madrid. Arepas, jugos tropicales y otras delicias se pueden disfrutar en un ambiente informal, de pie o en banquetas altas, sin temor a las altas temperaturas.
En el norte de la ciudad, el mercado de Chamartín también se suma a esta tendencia, con propuestas como Pasta Mito, especializado en gastronomía italiana, o La Cocineria 44, donde el chef Alejandro Peñas sirve alta cocina desde una pequeña barra con platos como jarrete de ternera, cremas frescas o arroces de autor.
Otros espacios gastronómicos destacados incluyen el mercado de Prosperidad, con una planta baja convertida en escenario multicultural de sabores; el de San Isidro, y el de Villa de Vallecas, cuyos bares actúan como auténticas plazas públicas.
Así, los mercados municipales de Madrid no solo resisten el calor veraniego, sino que se consolidan como espacios frescos, acogedores y llenos de sabor para disfrutar de la ciudad sin necesidad de huir de ella.








