Los Ángeles, 1 nov.- Este fin de semana, familias mexicano-estadounidenses en todo Estados Unidos se reúnen para honrar a sus ancestros con altares, flores de cempasúchil y calaveritas de azúcar, en una celebración que, aunque profundamente espiritual, enfrenta un creciente proceso de comercialización. La expansión del Día de Muertos fuera de México ha despertado un debate en torno a cómo preservar una tradición centenaria sin perder su esencia, al tiempo que se adapta a una sociedad globalizada.
Tradicionalmente, el Día de los Muertos es una celebración familiar íntima, centrada en las ofrendas domésticas y las visitas a los cementerios para adornar las tumbas de los difuntos. Las familias preparan los platillos favoritos de sus seres queridos —mole, tortillas, chocolate o mezcal— y decoran los altares con fotografías, papel picado y velas, en un ambiente de amor, memoria y celebración.
Un símbolo clave son los esqueletos y calaveras, que representan el retorno de los muertos al mundo de los vivos, recordando que la muerte no es un final, sino una continuidad, como las semillas que vuelven a florecer cada año.
De los hogares al espectáculo público
En los últimos años, las celebraciones del Día de Muertos han evolucionado de lo privado a lo público, tanto en México como en Estados Unidos. Cesáreo Moreno, curador jefe del Museo Nacional de Arte Mexicano, señaló que el lanzamiento de la película “Coco” (2017) de Disney marcó un punto de inflexión: popularizó la festividad, pero también la volvió más comercial.
“‘Coco’ permitió que personas fuera de la comunidad mexicano-estadounidense entendieran la belleza de la tradición”, dijo Moreno. “Pero también la hizo más comercializable”. Desde entonces, ciudades estadounidenses organizan festivales, desfiles y mercados temáticos, mientras que la Ciudad de México celebra cada año su famoso Desfile del Día de Muertos, inspirado en el cine y la cultura pop.
Sin embargo, el propio Moreno advierte que la creciente visibilidad ha traído confusiones: “El Día de Muertos se ha mezclado con Halloween, y eso ha transformado cómo se celebra y se percibe su significado”.
Altares tradicionales, pero modernizados
La evolución estética también ha llegado a las ofrendas. Algunas familias —dentro y fuera de la comunidad mexicana— optan ahora por altares minimalistas, sin los colores tradicionales ni las flores de papel picado que caracterizan la festividad. Para Moreno, esto no es necesariamente negativo, siempre que se conserve el propósito espiritual: “Si la gente deja de entender lo que está en el corazón de esta tradición, ahí es donde se pierde el valor”.
En Texas, Ana Cecy Lerma, una mexicana-estadounidense, considera que muchos de estos nuevos altares responden más a la estética de Instagram que al recuerdo familiar: “Puedes poner lo que quieras en un altar, pero si lo haces solo porque se ve bonito, pierdes el sentido de por qué lo hacemos”.
El debate sobre la apropiación cultural
El auge del Día de Muertos en la cultura popular estadounidense también ha traído consigo la apropiación cultural. Sehila Mota Casper, directora de Latinos in Heritage Conservation, denuncia que las grandes corporaciones están explotando la festividad con fines comerciales, del mismo modo que lo hicieron con el Cinco de Mayo. “Ahora se venden kits de altares en tiendas como Target o Wal-Mart”, explicó. “El problema es que se enfocan en el lucro, no en la cultura”.
Aun así, algunos estadounidenses no latinos tratan de celebrar la fecha con respeto. Beth McRae, residente de Arizona, construye altares desde 1994 y asegura que su intención es honrar a los seres queridos, no lucrarse con la tradición. “Esta es la celebración más hermosa porque invitas a quienes has perdido a regresar por una noche”, dijo.
Mantener viva una tradición en evolución
Para muchos jóvenes, la clave está en adaptar la tradición sin desvirtuarla. Salvador Ordorica, mexicano-estadounidense de primera generación en Los Ángeles, lo resume así: “Está bien que las tradiciones cambien. Es una forma de mantenerlas vivas, siempre que el corazón de la celebración siga siendo el mismo”.
El Día de Muertos, con su mezcla de historia prehispánica, fe católica y arte popular, sigue siendo un símbolo de identidad y memoria colectiva. En medio del ruido del comercio y las redes sociales, miles de familias mantienen encendida la llama original: la de honrar a los muertos con amor, respeto y color.
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