Londres, 31 oct.- El rey Carlos III ha tomado una decisión sin precedentes al retirar todos los títulos nobiliarios a su hermano, el príncipe Andrés, y ordenar su desalojo del Royal Lodge, la mansión de 30 habitaciones que el duque de York ocupaba desde hace más de dos décadas en los terrenos del Castillo de Windsor. La medida busca proteger la integridad de la monarquía británica tras el resurgimiento del escándalo vinculado al delincuente sexual Jeffrey Epstein.
El hombre que alguna vez fue conocido como “Su Alteza Real, el Príncipe Andrés” pasará a ser simplemente Andrés Mountbatten Windsor, y deberá abandonar su residencia para trasladarse a una propiedad privada del rey en Sandringham, al norte de Inglaterra. Se trata de un cambio radical en la vida del hijo de la difunta reina Isabel II, quien ha perdido no solo su título y su hogar, sino también la poca reputación que conservaba ante la opinión pública.
Joe Little, editor de Majesty Magazine, calificó la decisión como “una humillación máxima” para el exduque. “A nivel personal debe ser devastador. Sabemos que es un hombre de carácter arrogante, pero esto sin duda lo afecta profundamente”, señaló.
La caída de un príncipe
Andrés, de 65 años, fue notificado de que debía entregar el contrato de arrendamiento de Royal Lodge, una finca de 99 acres que incluye piscina, cabañas y un aviario, a pesar de que el documento era considerado “a prueba de balas” y se extendía por casi medio siglo. El contrato estipulaba un pago simbólico de “un grano de pimienta” anual, una tradición histórica en ciertos arrendamientos reales.
El exduque no presentó resistencia y aceptó mudarse a Sandringham, una finca de 20.000 acres donde la familia real británica suele pasar las festividades navideñas. Aunque no se ha anunciado una fecha exacta para la mudanza, se espera que no participe en los tradicionales actos públicos de la realeza.
Consecuencias familiares
La decisión del monarca también afecta a Sarah Ferguson, exesposa de Andrés, quien compartía la residencia y deberá buscar un nuevo hogar. Ferguson, también salpicada por el caso Epstein, ya no usa el título de Duquesa de York.
Las hijas del matrimonio, las princesas Beatriz y Eugenia, conservarán sus títulos y el tratamiento de “Su Alteza Real”, al ser nietas de la reina Isabel II.
Apoyo financiero privado del rey
A pesar del destierro simbólico, Carlos III continuará brindando apoyo económico privado a su hermano, con el fin de evitar que dependa de fondos públicos. “Tiene sentido que el rey lo respalde con su riqueza personal”, explicó George Gross, experto en temas monárquicos del King’s College de Londres. “De lo contrario, Andrés podría convertirse en un peón vulnerable ante quienes busquen aprovecharse de su situación”.
Desde su suspensión en 2019, tras una desastrosa entrevista televisiva en la que intentó justificar su relación con Epstein, Andrés no ha tenido funciones reales ni ingresos conocidos más allá de una modesta pensión militar por su carrera de 22 años en la Marina Real.
Un escándalo sin cierre
El exduque resolvió en 2022 una demanda civil por abuso sexual en Estados Unidos con Virginia Roberts Giuffre, quien alegó haber sido traficada por Epstein para mantener relaciones sexuales con Andrés cuando tenía 17 años. Aunque el príncipe negó las acusaciones, pagó una suma millonaria en el acuerdo extrajudicial.
Giuffre falleció en abril de este año a los 41 años, y su familia exige que el ahora plebeyo enfrente nuevas investigaciones. El historiador Andrew Lownie, autor de la biografía Entitled: The Rise and Fall of the House of York, aseguró a la BBC que “esto no ha terminado” y que “hay muchas más revelaciones por venir”.
En la línea de sucesión
A pesar de haber perdido sus títulos, Andrés permanece octavo en la línea de sucesión al trono, una posición que solo podría modificarse mediante una votación parlamentaria, algo improbable por el momento. Según analistas, el rey actuó de manera decisiva para evitar que el gobierno se involucrara en el escándalo.
“No hay posibilidad real de que Andrés sea rey algún día”, sostuvo Gross. “Pero eliminarlo formalmente de la línea de sucesión sería un proceso político innecesariamente complejo”.
El caso marca un capítulo oscuro en la historia reciente de la Casa de Windsor, que intenta recomponer su imagen ante un público británico cada vez más escéptico sobre el papel de la monarquía.







