OTTAWA, 27 julio.– A menos de un año del inicio de la Copa Mundial de la FIFA 2026, aumentan las preocupaciones por el impacto que podrían tener las políticas migratorias y comerciales del expresidente Donald Trump en el desarrollo del torneo, que será coorganizado por Canadá, Estados Unidos y México.

Este Mundial marcará un hito histórico, con la participación de 48 selecciones nacionales y un total de 104 partidos, la mayoría de ellos en territorio estadounidense, entre el 11 de junio y el 19 de julio de 2026. Se espera la llegada de millones de aficionados de todo el mundo, pero las restrictivas políticas migratorias impulsadas por Trump —incluidas prohibiciones de viaje, redadas y deportaciones masivas— generan serias dudas sobre la movilidad internacional.

“El problema está claramente impulsado por Estados Unidos. Y somos los únicos responsables”, declaró el economista deportivo Victor Matheson, del College of Holy Cross en Massachusetts, quien advierte de posibles restricciones a los jugadores y fanáticos que intenten cruzar fronteras.

Actualmente, EE. UU. mantiene prohibiciones de entrada a 12 países y restricciones para otros siete, con una lista adicional de 36 naciones bajo evaluación. Aunque existen exenciones temporales para atletas y sus familias, la naturaleza impredecible de las políticas de Trump hace que nadie tenga certezas sobre las condiciones de ingreso durante el torneo.

El economista Andrew Zimbalist, autor de un libro sobre la economía del fútbol, sostuvo que Trump podría imponer obstáculos, aunque reconoció que “probablemente ni él mismo sepa lo que hará, ya que reacciona de forma impulsiva al entorno político”.

Estas incertidumbres podrían llevar a muchos aficionados a evitar partidos en Estados Unidos y optar por asistir a los encuentros en Canadá o México. Sin embargo, los partidos más importantes —cuartos de final, semifinales y final— están programados en territorio estadounidense.

Desde Patrimonio Canadiense estiman que Canadá podría recibir hasta un millón de visitantes internacionales durante el Mundial. “La atención estará puesta en la seguridad de los viajeros, el flujo de movimiento y la protección de fronteras”, señaló un portavoz.

La Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (CBSA) aseguró estar colaborando estrechamente con otras agencias gubernamentales, ciudades anfitrionas y la FIFA para garantizar un operativo de seguridad integral.

Matheson subrayó que aficionados de países con restricciones tienen motivos para estar preocupados: “Planear unas vacaciones que impliquen viajar a través de EE. UU. puede convertirse en una pesadilla”, advirtió. “Nadie quiere ir a ver un partido y terminar detenido o deportado”.

Las medidas arancelarias de Trump también podrían impactar la logística del torneo. “Transportar productos como camisetas oficiales o artículos promocionales puede verse obstaculizado por los nuevos aranceles”, explicó Matheson.

Expertos como Tim Elcombe, de la Universidad Wilfrid Laurier, recordaron que inicialmente se concibió el torneo como un gesto de unidad política entre las tres naciones. No obstante, el contexto actual sugiere que el evento podría tener una carga política mayor que la Copa de Qatar 2022.

“El Mundial 2026 está cada vez más centrado en Estados Unidos”, opinó Elcombe. “¿Lo apoyarán los canadienses? ¿Será el evento que esperaban?”

A principios de julio, Human Rights Watch y otros grupos de derechos humanos enviaron una carta al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, advirtiendo que la política migratoria de Trump representa una “grave amenaza” para jugadores y fanáticos no ciudadanos. Acusaron al organismo de ignorar “el evidente deterioro del clima de derechos en EE. UU.”

Elcombe advirtió que Canadá también estará bajo escrutinio, especialmente por su relación con los pueblos indígenas. En tanto, MacIntosh Ross, investigador en deporte y política, instó a que Canadá presione a EE. UU. para garantizar la seguridad de los participantes.

Infantino, cercano a Trump, podría desempeñar un papel clave en cómo evolucione la situación. Aunque impredecible, Zimbalist confía en que el expresidente también valora su imagen internacional: “Le importa el escenario global y podría moderarse para mantener una buena apariencia como anfitrión”, concluyó.

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